Me emociona hablar de la lactancia.
Ahora que soy madre!
Antes si se me lo hubieran preguntado les hubiera contestado que “me da igual”, y hubiera sido sincera.
Antes pensaba que como mucho le daría el pecho unos tres meses, más que nada para probar, yo, en hacerlo. También pensaba que luego pasaríamos al biberón, incluso de mientras, así el papá también podría aprovechar en nutrirle. Pensaba que esto era lo equitativo y correcto. Asumía que el biberón era lo mejor, puesto que es lo que escuchaba en permanencia por los medios. Incluso lo que veía cuando no prestaba entonces tanta atención. Es más, uno de las primeras cosas que compramos al saber que estaba embarazada fue un biberón hermoso! Eso, y una cuna para hacer colecho (pero esto es otra historia…).
Y todo esto lo pensaba sinceramente.
Cuando tuve a mi hija el primer mes de lactancia fue toda una desilusión. Me dolía mucho y me parecía demasiada demanda. Pero estaba empeñada en que haría estos tres meses. Y es que soy muy terca.
Por suerte en el centro de salud en donde acudía había un equipo maravilloso de profesionales pro-lactancia (toda una aberración en realidad – pues es lo natural -, pero en fin, ya me entendéis). Me ayudaron mucho, especialmente corrigiendo la postura en la cual daba de mamar. Encontré también una “tribu”, tan necesaria para las mamás!
Es entonces cuando ocurrió algo dentro de mí, algo que no había ni sospechado. Algo que me cogió desprevenida. Algo arrasador y muy potente. Sin avisar me estaba convirtiendo en otra mujer. Y es que da impresión! Nadie lo va compartiendo. Y cuando algunas veces habrán oído decir que con la maternidad cambia, una no se imagina algo así tan hondo. Eso no es “cambiar”, eso es “revolucionar”! Y es que la maternidad va a buscar en nuestros más profundos adentros, sacudiendo nuestras comodidades. Y la lactancia es un aliado! Te acerca afectuosamente a esta nueva vivencia.
La mujer que emerja de todo aquello es una mujer que no conocen siquiera, y menos aún que habían imaginado.
Pero, tranquila. Si todo va bien esta nueva mujer es una mejor versión de una misma. Y si no lo es, pidan ayuda, hay demasiado cosas dentro sin arreglar. La ayuda siempre viene bien. Eso aprenderán.
Pasado este primer mes desgarrador la lactancia fue cada vez más bella. Me ha vinculado a mi bebé de una forma que jamás hubiera podido imaginar. Ya pasaron dos años y sigo dándole el pecho. He realizado que lo más equitativo no es que el papá ayuda dando un biberón sino que vaya haciéndose carga de la casa, etc. Sentí que el pecho era lo mejor para mi bebé. Sentí que el pecho va más allá de nutrir, conecta! Es vida.
Así que sí, me emociona hablar de la lactancia. Porque con ella soy otra mujer. Soy una persona más cercana, más asertiva y más amable. La lactancia me ha hecho ser una persona mejor. Más amorosa.