Quería dar el pecho a mi bebé desde mucho antes de quedarme embarazada. Aun así, no es hasta que vives esos 9 meses cuando de verdad te informas, escuchas a las profesionales, amigas y familia y aprendes todo lo que significa dar el pecho. Y no solo aprendes lo bueno, también las dificultades que pueden aparecer. Quizá la que más me preocupaba era la posibilidad de que no fuera un parto natural, sino una cesárea y que mi cuerpo tardase más tiempo en empezar a producir leche.
Y así ocurrió. Me refiero a que tuvo que ser cesárea, porque el pequeño venía de culo y en la semana 38 ya se acercaba a los 4 kilos, no siendo yo precisamente muy grande. Lo que no ocurrieron fueron las dificultades que a veces nos cuentan que pueden venir con un cesárea y mis miedos desaparecieron lo rápido que tardaron en poner a Marc piel con piel conmigo ya fuera de quirófano.
Marc mamó desde ese primer momento. Lo puso todo de su parte, pero nosotros también (y aquí incluyo a mi pareja, totalmente comprometida con la lactancia desde el principio). El primer día y la primera noche los pasamos la yaya, mi marido y yo casi sin dormir poniendo a Marc a las tetas y estimulando la subida con el sacaleches cuando él dormía. La noche se hizo especialmente larga, pero ver esas gotitas de calostro hacía que todo mereciera la pena. Al tercer día, la leche ya estaba ahí.
Marc tiene ya un año y hemos seguido las indicaciones de la OMS: lactancia exclusiva hasta los 6 meses, complementaria hasta el año y lo que nos queda, porque no parece que quiera destetarse por ahora. Todo esto, conciliando con mi trabajo al que volví tras mi baja de maternidad y admitiendo que a veces resulta cansado, pero que hasta en esos momentos me encanta, porque solo los podemos compartir él y yo. Me quedan recuerdos como cuando no sabía gatear y se arrastraba y volteaba en la cama para llegar hasta la teta y lo conseguía.
Aunque para nosotros ha sido algo natural, entiendo que pueda costar y que para la madre es más sacrificado, pero yo pensaba en los beneficios para mi bebé y en lo que me gustaba que Marc me mirara, me buscara y se quedara tranquilo mamando. Todo eso merecía la pena. Además, ¿que otra cosa mejor podía hacer sino pasar el mayor tiempo que podía con mi querubín?
Ahora, con un año, tras la cena y la ducha, Marc espera ansioso el momento de llegar a la cama para su toma nocturna y quedarse dormidito a la teta, previo a eso hay un montón de miradas, de caricias, él a mi y yo a él y eso me hace inmensamente feliz. Feliz por ese momento que compartimos.
1 Comentario. Dejar nuevo
Gracias por describir ese amor estre madre e hijo durante la lactancia materna