9 años! ¡Madre mía 9 años! A pleno rendimiento. Vamos, ni una fábrica japonesa. Y es que mis tetas, sí, mis “tetas” (aunque suene vulgar o coloquial) son mucho. Me río yo de la eficiencia en el trabajo. Para eficiencia ellas. Ellas que llevan 9 vueltas al sol trabajando cada día sin horarios. Y en los últimos 5 años en tándem, dando alimento a dos churumbeles a la vez.
Yo que no me iba a “atar” a un hijo y que iba a “enchufarles” el biberón tan pronto comenzara a trabajar… y aquí estoy hoy, con mi tercera hija de un mes y medio amamantando, con ese aroma a vida que imprime la leche materna que rebosa de su boquita, y sintiéndome la mujer más feliz del mundo.
Nunca he sentido que compito con una mami de biberón. Somos todas mamis. Ni mejores ni peores. Sólo quiero hablar de mi experiencia, de mi proceso transformador, del inmenso amor que doy y recibo en cada “tetada” . Y doy gracias a Dios, al Universo, a la vida o como cada uno quiera llamarlo. Gracias por cada gotita de vida. Gracias por cada gotita de AMOR.