Empiezo este testimonio con el final porque creo que es victorioso: ¡LO HEMOS CONSEGUIDO!
Soy mamá primeriza y cuando mi pequeño nació no tenía ninguna duda de dar pecho.
Me sentía segura, me sentía capaz.
En el hospital me decían que se agarraba bien y que había cogido bastante peso. Así que feliz, me fui a casa.
Me salieron dos grietas. Una se me infectó y derivó en mastitis y obstrucciones constantes. El dolor, la inseguridad y el “no puedo” eran amigos míos en esos días de sufrimiento constante.
Cada dos horas me enfrentaba a uno de los mayores dolores emocionales y físicos que jamás había experimentado, amamantar a mi hijo era mi mayor temor.
La matrona del centro de salud me asesoró, guió y apoyó en el proceso. Me uní a un grupo de apoyo a la lactancia. Me armé de valor.
Mi marido me ayudaba, sujetaba las manitas del bebé, me cogía las manos cuando temblaba de dolor, me daba agua, me ponía cojines para estar más cómoda. Me aliviaba esas lágrimas con un abrazo, con un “no hace falta que des pecho, no sientas presión”.
“Todo pasa hija” me decía mi madre. Yo no comprendía lo bonito de la maternidad. Había dejado de ser yo. Mis pechos habían dejado de ser algo mío, ahora eran del bebé también. Me sentía utilizada por mi propio hijo. Y culpable por sentirme así.
Decidí sacarme leche del pecho con la grieta infectada durante tres semanas para disminuir el dolor.
Y el tiempo pasaba, mi hijo se agarraba mejor, el enganche cada vez estaba más dominado, las grietas se iban curando. Escribía algo positivo de cada día para esos momentos en los que me sentía en un hoyo profundo y sin salida. Cada enganche era mejor que el anterior.
Yo empecé a sentir que disfrutaba dando pecho cuando mi hijo cumplió dos meses y me encantaba. Tanto dolor y sufrimiento iba desapareciendo poco a poco.
Era capaz de salir a la calle más de tres horas y dar pecho en un parque o en el centro comercial, o con los amigos y no tener dolor ni temor. Algo inexperta pero lo intentaba.
Amamantar a mi hijo me hace tener una conexión indescriptible con él. Noto cuando come, cuando se calma a través del pecho, cuando me necesita cerca, cuando simplemente le duelen los dientes y se engancha a mi como si fuera lo único que existiera, noto cuando juega a mirarme y su sonrisa traviesa dejando caer leche de su boca, noto cuando prefiere el otro pecho.
Sigo llorando a veces. Es duro y sacrificado. Pero me esfuerzo cada día porque le estoy dando lo mejor a mi hijo.
Lo hemos conseguido, mi bebé lleva 6 meses de lactancia materna exclusiva. Amamantar es mi descanso ahora, el único momento del día en el que no hago nada. Me dedico a ver a mi hijo y la verdad… A cerrar un poco los ojos para descansar.
Gracias por apoyarme.
3 Comentarios. Dejar nuevo
Es bonito y real tú relato a mí me sucedió algo parecido, la lactancia cuesta y no es tan bonita como lo dicrn. Es precioso tú testimonio, sigue con el pecho hasta el final.
Bien hecho! Sobretodo porque te has sobrepuesto a casi todas las dificultades posibles y frecuentes de las primeras semanas de lactancia creyendo que era posible, paso a paso, peleando el día a día…Enhorabuena campeona! Le has dado ha tu hijo un regalo para toda la vida y has conseguido disfrutar del proceso.
Eres una campeona
Te queremos 😘😘